LA EXPERIENCIA DE APRENDER
Por Gudrun.
Cuando éramos niños y veíamos una caricatura que nos gustaba nos poníamos a dibujar a nuestro personaje favorito. Saliera como saliera para nosotros era el mismo que vimos en pantalla. Un poco más crecidos continuamos dibujando personajes, ahora exigiendo cierto parecido. O hacíamos algo de trampa y lo calcábamos para solo colorear. Entonces, tomamos la decisión de dedicarnos profesionalmente al mundo del dibujo.
Si llegamos de esa manera a querer formarnos como creadores, y no huyendo de las matemáticas, vamos por buen camino. Ya hemos tocado el tema donde explicamos la complejidad del dibujo, que es difícil y toma mucho tiempo tener resultados de calidad. Queremos complementar con nuestro sentir en el proceso de aprender.
La mayoría estudiamos la educación básica en escuelas tradicionales, donde los maestros exponían el tema, dictaban, y nosotros escribíamos, hacíamos repeticiones, memorizábamos y presentábamos un examen que al terminar ya no recordábamos el tema. Nuestra meta real era una calificación y no la comprensión.
¿Cuál es la clase que más recordamos? ¿Qué tema es el que mejor entendimos? Probablemente se trate de una clase donde la dinámica fue diferente o hubo un suceso inesperado que te hizo guardar ese día en tu memoria; tal vez la forma en que el maestro explicó el tema, poniendo mucha pasión.
La forma en que aprendemos cambia conforme crecemos, cuando nuestro criterio se va formando y también de acuerdo a quienes tengamos como guía.
Si de inicio nos dicen que dibujar es algo sencillo, la frustración llegará rápido a nosotros al no obtener resultados óptimos. En cambio, si nos hacen conscientes del esfuerzo, tiempo y dedicación necesarios para nuestra evolución, la decisión de continuar está en nosotros. La responsabilidad de aprender es nuestra.
Como también ya lo hemos mencionado, el tener a un profesor, un guía, enriquece nuestro aprendizaje. Si la persona en ese papel tiene la disposición de compartirnos su experiencia y nos ayuda con nuestra formación, sumado por nuestro compromiso por aprender, la repetición de conceptos se sustituye por vivencias.
Sí, en dibujo es necesario entrenar nuestro trazo a base de repeticiones, una hoja tras otra; hacer ejercicios que parecieran aburridos pero que tienen una razón de ser. No podemos explorar el fondo del mar sin antes aprender a nadar.
Nos han vendido la idea de ser felices haciendo lo que nos gusta. Pero esto también implica mucho esfuerzo; a veces frustración. No vamos a dejar el camino a medias porque no estamos disfrutando una parte del trayecto. Dibujar, y lo que podamos crear a partir del dibujo (historias, animaciones, libros…) nos permite tener experiencias que marquen nuestro aprendizaje, haciendo nuestro el proceso. Ya no se trata de memorizar para pasar un examen, sino de sentir para expresarnos, para hacer lo que nos apasiona.
«Una solución consiste en tener una nueva visión de lo que las escuelas pueden hacer para educar al alumno como un todo, reuniendo mente y corazón en el aula.»
-Daniel Goleman
Referencias:
GOLEMAN, Daniel. La inteligencia emocional. Penguin Random House, 2018.
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